Que todo se reduzca a no tenerte me parece una precariedad del destino. Una inversión mal hecha es volver a transitar esta dimensión sabiendo que “vos sos y yo se”. ¡Que pérdida, que mal gobierno de las dimensiones superiores, que partida presupuestaria de almas mal asignada! ¿De qué sirve, si de algo sirve, desteñir para que no se note? Aprender a disimular la certeza y que la sabiduría final radique, justamente, en haber arrasado hasta la conciencia con la convicción. Es un desafío desgastante, agobiante y ni siquiera temerario. Es morboso. Al menos podría haberme tocado otro.
Ver la decrepitud avanzar. Hay deformidad en este sinsentido. Busco, me siento, estoy alerta, intento dejar tapado el hueco que me dejaste y cuando puedo, tengo miedo. La palabra, el sentido, miedo al miedo, miedo, miedo, miedo, ¡que miedo! Miedo medio o extremo. Entrega de algo a cambio. Un beso, tal vez. Todo para que sea menos doloroso el caer de la piel, la pérdida del brillo, la necesidad insatisfecha. No tengo nada que decir porque en esta historia lo único que hay es un camino infinito que cada tanto comienza otra vez.