sábado, 20 de febrero de 2010

Un beso, tal vez

Que todo se reduzca a no tenerte me parece una precariedad del destino. Una inversión mal hecha es volver a transitar esta dimensión sabiendo que “vos sos y yo se”. ¡Que pérdida, que mal gobierno de las dimensiones superiores, que partida presupuestaria de almas mal asignada! ¿De qué sirve, si de algo sirve, desteñir para que no se note? Aprender a disimular la certeza y que la sabiduría final radique, justamente, en haber arrasado hasta la conciencia con la convicción. Es un desafío desgastante, agobiante y ni siquiera temerario. Es morboso. Al menos podría haberme tocado otro.

Ver la decrepitud avanzar. Hay deformidad en este sinsentido. Busco, me siento, estoy alerta, intento dejar tapado el hueco que me dejaste y cuando puedo, tengo miedo. La palabra, el sentido, miedo al miedo, miedo, miedo, miedo, ¡que miedo! Miedo medio o extremo. Entrega de algo a cambio. Un beso, tal vez. Todo para que sea menos doloroso el caer de la piel, la pérdida del brillo, la necesidad insatisfecha. No tengo nada que decir porque en esta historia lo único que hay es un camino infinito que cada tanto comienza otra vez.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El universo conspira para no estar juntos? Conspiran las partes? Los destinos no se cruzaron? y cuando se cruzaron, no era el momento? La culpa la tiene la maldita memoria...
Pero me hace feliz que sepas, me hace feliz saber que estás, es importante saber.

Santiago

Nerina Sturgeon dijo...

Lo que hay que saber es que no hay culpa. Aceptar sin agujerenos el alma. O ver los agujeros sin piercings que los atraviesen. Y descubrir que la palabra feliz... no es fiel.

Anónimo dijo...

No hay culpa, no hay arrepentimiento de nada....
Por fortuna el ser humano tiende a recordar lo que le hizo bien, por eso las relaciones perduran. La vida es finita y larga, la felicidad es corta y ancha, vale vivir solo por esos "y estos" momentos.

Santiago